La ansiedad es una reacción normal ante situaciones de peligro. De hecho, es lo que nos permite prepararnos para la acción y reaccionar rápidamente. Niveles moderados de ansiedad pueden mejorar nuestra actuación ante momentos difíciles.
Por lo que la ansiedad es una reacción normal y sana, pero ¿cuándo puede llegar a convertirse en un problema?
Cuando experimentamos niveles altos de ansiedad ante situaciones que no suponen un peligro real. Nuestro nivel de activación es alto constantemente y experimentamos síntomas a nivel físico y cognitivo: presión en el pecho, palpitaciones, respiración agitada, miedo, preocupaciones excesivas, dificultades de concentración, pensamientos negativos, etc.
En ese momento, la ansiedad empieza a interferir en la vida cotidiana causando un nivel de malestar significativo.
Si no se recibe un tratamiento adecuado, es muy probable que este trastorno se convierta en crónico y limitante en la vida cotidiana. Tratamientos como la Terapia Cognitivo Conductual, han demostrado su eficacia científica en la intervención de esta y otras problemáticas. Siendo la terapia Cognitiva la encargada de identificar y reestructurar los pensamientos automáticos negativos característicos de la ansiedad, y la terapia Conductual la de modificar aquellas conductas disfuncionales que se asocian a la misma.
Con frecuencia este trastorno adquiere un carácter crónico e incapacitante por no recibir el tratamiento adecuado. Afortunadamente, hoy en día existen algunos tratamientos que han demostrado su eficacia en este tipo de trastornos. Concretamente, la Terapia Cognitivo Conductual es, en la actualidad, el Tratamiento Psicológico que ha demostrado ser más eficaz para este problema. La Terapia Cognitiva se dirige a identificar y cambiar los pensamientos negativos responsables de la ansiedad y la Terapia Conductual se centra en modificar las conductas contraproducentes relacionadas con el problema.